domingo, 19 de octubre de 2008

naces en un día floreado.-














No. Las cosas no se marchitan ni las situaciones se secan.
Mientras los pétalos de tu vida y la mía se topen con el viento, por mi está bien.-

domingo, 31 de agosto de 2008

madurez sentimental.-

-mujer: No lo soporto más!

-Hombre: yo tampoco

-mujer: prefiero que te vallas ahora antes de que esto sea peor para los dos.

-hombre: no me interesa, prefiero irme ahora para al fin después de veinte años ser libre

-mujer: extrañaré tu idiotez

-hombre: y yo extrañaré tu voz chillona rompiendome los timpanos

-mujer: ah si? pues yo extrañaré tus molestos ruidos cuando duermes

-hombre: yo extrañaré tus horrendas caras al despertar

-mujer: yo extrañare tu comunicación monosilábica, respondiendo "si" y "no" como una antigua computadora.

-hombre: haha, entonces no me queda más que recordar tus interminables monólogos, los cuales prefería oír pero no escuchar.

-mujer: pues bien, me quedo con tus pesadas ordenes a los niños, como si fueran soldados de tu regimiento de amargados.

-hombre: y yo extrañare tus dolores crónicos al dedo, al pelo, en fin, a cualquier santo lugar de tu cuerpo, con el único propósito de hacer que todos estuviesenpendientes de ti.

-mujer: inconciente!

-hombre: hipocondriaca!

-mujer: amargado!

-hombre: odiosa!

-mujer: esto es exáctamente como la última vez que fuimos al sur de vacaciones

-hombre: haha si lo recuerdo, fue como si de la nada hubiese comenzado aquella pelea

-mujer: haha! si y te acuerdas por qué fue? haha, es que es muy chistoso, fue por que no lavaste ese plato con grasa que dejaste tirado a un lado de la carpa.

-hombre: haha si, es que no sabes cuanto odio lavar los platos sucios.

-mujer: si. extrañaré esos hermosos viajes juntos.

-hombre: y también esas veces que caminabamos con el perro por el vecindario.

-mujer: y los días de invierno que nos quedábamos en la chimenea de aquel refugio en la montaña

-hombre: solo riéndonos

-mujer: si, solo riéndonos

(se acercan más, se abrazan y se besan)

-hombre: te amo.

-mujer:yo también mi vida.

martes, 26 de agosto de 2008

aparente verdad.-

el poder de la desición es tan vago como el azar. es mejor firmar un contrato consensual con Dios.-

viernes, 22 de agosto de 2008

Sin silencio.-



un estruendo de metal intentando ser rasgado por sutiles cabellos claros me sacan de un sueño del cual no quería salir. Aún así aquel ruido, se forjaba dentro de sonidos más profundos y graves, lo que le daba unas cuantas chispas de armonía. Ese ruido crudo que me despierta, ahora parece ser más abrazante, más cercano. Continúo perplejo frente a aquella unión de sonidos. El metal rasgado se sumergía en el espeso y poco colorido mar de sonidos graves, justo en el momento que un golpeteo repetitivo me pateaba directamente en el estómago y que luego avanzó hacia mi cabeza. Aquella mezcolanza de golpes y rasguidos se hizo cada vez más tenue para poder percibir un sonido sordo como silbidos que venían uno tras otro más grave y luego más agudo. Así avanzaba pero también se alternaba: grave, agudo, agudo más grave... era algo que me inquietó y sentí que era algo que tenía que callar, pero en ese momento se escucharon mucho mas cercanos aquellos golpeteos y rasgueos anteriores, dejándome perplejo la hermosura de aquella combinación no tan casual como yo pensaba. Me quedé ahí, desando no volver a dormirme para no dejar de escuchar y sentir lo que sentía en ese momento. Porque es así, como una droga, una vez que apreciaste y disfrutaste de la música, se hace muy difícil salir de ella.

jueves, 21 de agosto de 2008

Un café por favor.-


Caminaba él por aquella angosta vereda, mientras encendía un cigarrillo hacia el cielo oscuro que en ese momento había sido desmantelado de sus estrellas, y pensando cuántas veces había pasado por ese mismo lugar, y cuántas cosas ahí mismo sucedieron. Miró ese viejo poste que lo afirmó en esas noches descontroladas, dio unos cuantos pasos más y encontró el café que lo alojaba en aquellos días fríos y lluviosos del invierno, donde las bufandas no son más que un simple adorno para el cuello, ya que no alejaban los hielos de la garganta. Se acercó, miró por la ventana y estaba el mismo señor de apellido González que servía el más exquisito café de la ciudad, recordaba gozosamente, mientras apresuradamente buscaba en sus bolsillos algunas monedas, y con el pie sujetaba la puerta que un cliente acababa de abrir. Su sombrero cayó en la mesa y se sentó exactamente en el lugar que solía utilizar, al lado de la ventana, así podía satisfacer su adicción al café y su extraña manía de mirar los autos pasar y anotar en la servilleta cuantos y de cuantas marcas pasaban en un lapso de una hora por esa calle. Levantaba ahora airosamente su mano para pedir al señor González una taza del preciado café, pero no le respondían. Otra de las grandes manías que aquel hombre tenía era la impuntualidad. Miraba su reloj cada cierto tiempo, y alejarse de el era como alejarse de una parte importante de su cuerpo, así que mientras golpeaba la mesa con su dedo repetitivamente miraba su reloj y luego hacia el viejo mesón de madera de pino en la que estaba el señor González contando el dinero de la caja. Ya un cuanto alterado por la demora levanta la mano mucho más alto, ya que pensó que probablemente la edad de don González había repercutido en sus sentidos. Intento con llamarlo, pero tampoco sucedió nada. Ya ofuscado por la demora se siente un poco más relajado al ver pasar por la ventana a un hermoso porsche clásico, y pensó que no podría ver de nuevo por esas viejas calles otro automóvil de esas características así que emocionadamente anotó en su servilleta el modelo de aquel automóvil. Volviendo la mirada al mesón vio a don González sentado mirando hacia la puerta, un cuanto afligido ya que no había ningún otro cliente. Fue entonces cuando el hombre ya enojado por la tardanza mira al señor González y le dice -¿señor puede atenderme?- con un tono un tanto agresivo, a lo que el señor González le responde con el silencio del local, sin ni siquiera inmutarse de aquella pregunta. Ahora el hombre un cuanto extrañado por la respuesta del señor González camina hacia el mesón para poner las manos en la mesa y decir –un capuchino por favor – a lo que el vendedor no reacciona. Ya encolerizado grita frente al dueño del café y con una mano intenta apretar el brazo de aquel hombre inmune a los gritos. Fue entonces cuando se percató este hombre de algo extraño, intento golpear la mano del vendedor, golpear su cana cabeza o darle una palmada en el pómulo. Nada. No podía tocarlo, era como si su mano fuera una tenue brisa que movía los blancos cabellos de aquel hombre sentado mirando hacia la puerta, viendo como nadie más que los fantasmas caminaban por aquel antiguo café de esa antigua y angosta calle, donde los autos lujosos no frecuentan, y los espíritus como el de aquel hombre lloran por una sola taza de café.-


domingo, 3 de agosto de 2008

Intro.-

3:48 am, me decidí por entrar al (infra)mundo de los blogs, cuando debería estar estudiando para la recalificación de fundamentos filosóficos. tal vez me sirva de algo o tal vez no, el punto está en que al menos puedo decir cualquier soberana estupidez que se me ocurra y llegar a creer que estos 20 minutos me hayan servido de algo.-